Escuela de Copenhague





La Escuela de Copenhague, que se desarrolla entre 1935 y 1960 con Hjelmslev como figura central, recoge una importante tradición de lingüística escandinava que se remonta al Anónimo Islandés del siglo XI, continúa con Rask en el XIX y con Jespersen a principios del XX. Para esta escuela, que se autodenominó Glosemática, el objetivo de la lingüística era elaborar una teoría del lenguaje. En los Prolegómenos en una teoría del lenguaje de 1943, Hjelmslev radicaliza los principios de Saussure acentuando el formalismo de las definiciones. Así, por ejemplo, la distinción saussureana entre lengua y habla, aparece reformulada en tres términos: 

  •  Esquema, que es la forma pura independiente de sus realizaciones materiales.
  •  Norma, que es la actualización social, pero sin manifestación material.
  •  Uso o conjunto de hábitos manifestados por una comunidad de hablantes.

 En cuanto al análisis del sistema, parte de la división en dos planos, de la expresión y del contenido, que a su vez se articulan en otros dos, el de la sustancia y el de la forma; delimitados estos ámbitos de análisis establece que la fonética se ocupa del estudio de la sustancia de la expresión, la fonología estudia la forma de la expresión, la morfosintaxis se ocupa de la forma del contenido y la semántica analiza la sustancia del contenido. Estos argumentos desarrollados en escuela de Copenhague, aunque mantienen relación, se diferencian de las propuestas de Saussure y de las escuelas que a partir de la enseñanza del mismo se desarrollaron,  como es el caso de la escuela de Praga la cual se interesó por el estudio del lenguaje poético y el sistema funcional, un sistema de medios de expresión apropiados para un fin, mientras que la escuela de Copenhague se desarrollo más en la composición que en si comprenden las palabras y la forma en la que las asimilamos y entendemos a que se refieren. Como es que llegamos a delimitar la concepción física de un elemento a través de la palabra, la relación que existe entre ambos.  
                                                    
 Para Hjelmslev, la lingüística debe ocuparse solo de las formas, por lo que reduce su estudio a la fonología y a la morfosintaxis. No se trata de estudiar los elementos, sino las relaciones que se establecen entre ellos, para lo cual, parte de un corpus que va segmentando en constituyentes hasta llegar a las unidades mínimas, que se definen por el lugar que ocupa en el conjunto. Las unidades se organizan en clases, y se calculan las combinaciones posibles entre los elementos de las clases. Los mayores logros de este método se obtuvieron en la morfosintaxis. 


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